Siento el vaivén de las olas acariciando mi cuerpo.
Se siente como si fueran un par de brazos, cálidos, entrelazados a mí alrededor.
Estoy dejándome arrastrar por esta corriente nueva y me siento emocionada, temerosa.
Voy adentrándome cada vez más a las profundidades como encantada por el canto de una sirena cuando de pronto me doy cuenta que no sé nadar.
Es ese peligro, ese miedo a morir en el intento lo que me mantiene firme y curiosa.
Esa playa blanca, nueva para mí, esa brisa fresca y dulce que golpea mi rostro, y ese mar de infinitas posibilidades que unas veces me invita a sumergirme y otras me devuelve a la orilla aturdida, confundida, pero con ansias de mas.
Quiero hacerlo.
Quiero nadar en esas aguas nuevas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario