Es tu ausencia dosificada la que me enloquece.
Esa cualidad tan tuya de desaparecer y aparecer cuando menos lo espero.
Es ese amargo caer entre dulces recuerdos el que me desequilibra cuando estoy en la mitad del camino hacia el olvido.
Y aunque mi vida siga y sonría todos los días, no puedo negar que aun esta esa espina en mi corazón.
Se que un día leeré mi dolor y reiré por haber superado lo que un día había creído insuperable.
Se que volveremos a vernos y todo será diferente.
Podre verte a los ojos.
Podre hablarte sin dudar.
Sin que mi voz y mis manos tiemblen.
Veré en ti un hombre normal.
Veré en ti al amigo que quedo olvidado en un rincón y le quitaremos el polvo a una amistad que se negó a morir.
Se que dejaras de ser ese que hoy para mi eres y te perderás en el humo de mi cigarrillo.
En mi cuerpo ya no estarán tus huellas… ni en mis labios tus besos… ni en mis oídos tus palabras.
Ya no esperare esa rosa que me sorprenda y ese te amo que me devore el alma.
Ya no serás más ese que amo. Ese que me amó.
Llegara el día en que no tenga miedo de esconder esa locura que me hizo perderte.
Si. Se que ese día llegara.
Mientras tanto seguiré sonriéndole al sol y llorándole a la luna.
Seguiré en este difícil proceso de olvidarme de ti y acordarme un poquito mas de mi. De curar, de perdonarte y perdonarme.
Seguiré creciendo.
Seguiré viviendo.
Dándole tiempo a mí conciencia.
Reconstruyendo mi alma.
Simplemente seguiré intentando.